Federico Díaz Cano pelea por su vida tras la caída de 15 metros en la previa del clásico. Mientras permanece sedado en el Instituto del Diagnóstico, los médicos descartaron lesiones en órganos vitales.
La comunidad de Gimnasia no sale de su asombro y sigue en estado de conmoción por el grave accidente que sufrió Federico Díaz Cano, el simpatizante que se precipitó al vacío desde una altura de 15 metros en la Tribuna Centenario del Estadio Juan Carmelo Zerillo, apenas instantes antes del pitazo inicial del clásico platense contra Estudiantes. Sin embargo, a dos días del dramático suceso, hay una luz de esperanza: el joven permanece estable, sedado y bajo observación permanente, pero ya comenzó a mostrar los primeros signos de mejoría en su cuadro clínico.
La crónica de la urgencia marca que la víctima fue trasladada de inmediato al Hospital San Martín, ingresando consciente pero con un politraumatismo severo. Los partes médicos iniciales fueron crudos: “los profesionales confirmaron fracturas expuestas en miembros superiores y un severo traumatismo encéfalo-craneano, además de otras lesiones internas producto del impacto”. En esas horas críticas, Federico debió ser intervenido quirúrgicamente, recibió transfusiones de sangre y necesitó asistencia respiratoria mecánica para estabilizarse. Afortunadamente, su evolución permitió que fuera derivado al Instituto del Diagnóstico, donde ahora continúa su recuperación.
Desde el centro de salud privado, las novedades trajeron algo de alivio. Fuentes médicas revelaron que las últimas 12 horas fueron “buenas”, destacando principalmente la ausencia de pérdidas de sangre activas tras haber recibido dos transfusiones. El panorama se aclara de a poco: “las fracturas en sus brazos ya fueron operadas y los estudios descartaron complicaciones en pulmones o riñones, un dato alentador en medio de la gravedad del panorama”.
Puertas adentro, el entorno familiar se aferra a cada pequeño avance y confirmó que Federico se encuentra “estable, sedado y bajo observación permanente”. En medio de la angustia, surgió un episodio anecdótico que funcionó como un bálsamo para sus seres queridos: en la noche del martes le comunicaron el resultado del clásico y, a pesar del dolor por la caída albiazul, el joven se “enojó”, una reacción visceral que sus allegados interpretaron como una vital muestra de lucidez y fortaleza anímica.
El impacto emocional del accidente trascendió las fronteras del estadio y generó una rápida movilización de hinchas y vecinos de la ciudad. Desde el círculo íntimo de Díaz Cano “se lanzó un pedido de contención colectiva y se convocó a realizar una cadena de oración por su recuperación”. La iniciativa, que circula con fuerza a través de un flyer en redes sociales, lo describe como un “buen pibe, buen padre y buen hijo” e invita a toda la comunidad a sumar apoyo espiritual “sin distinción de creencias”.
Este llamado a la solidaridad se viralizó masivamente dentro del “Mundo Tripero”, que sigue minuto a minuto cada parte médico y le hace llegar su aliento a la familia. Paralelamente, el hecho reavivó el debate sobre la seguridad en los estadios y la urgencia de revisar los protocolos para evitar que tragedias como esta se repitan. El dramático incidente, ocurrido en la antesala del derby en el Bosque, requirió la intervención inmediata de los socorristas. De ahora en más, “el pronóstico de Federico dependerá de su evolución en los próximos días, claves para evaluar secuelas, estabilidad neurológica y la posibilidad de iniciar un proceso de rehabilitación”.
