Ayer la Justicia ordenó la detención del cura Raúl Anatoly Sidders. El sacerdote está acusado de abusar a una nena entre 2004 y 2007, desde que tenía apenas 11 años. Se presentó frente al fiscal este mediodía.
Este mediodía primero de diciembre, se entregó en la fiscalía el sacerdote Raúl Anatoly Sidders. Ayer el juez Agustín Crispo ordenó la detención del cura, acusado de abusar a una pequeña cuando cuando se desempeñó como capellán en el Colegio San Vicente de Paúl.
Rocío (nombre designado por sus abogados) denunció haber sido abusada por el sacerdote entre el 2004 y el 2008, cuando la víctima tenía entre 11 y 14 años y asistía al establecimiento.
Según precisó Télam “un equipo de la DDI de La Plata se dirigió a detener al cura al domicilio que había denunciado en la localidad de Bella Vista, provincia de Buenos Aires, donde no fue encontrado. Por ello, se creía que iba a intentar regresar a Misiones, donde había sido enviado al conocerse la denuncia”.
Sin embargo, finalmente el sacerdote se presentó en la fiscalía y se entregó, y se aguarda que sea indagado en las próximas horas por el fiscal platense Álvaro Garganta.
De la denuncia judicial se desprende que el sacerdote abusó de la menor de 11 años “a quien hacía colocar sus manos en los bolsillos de la sotana y sentir su pene erecto, situaciones que acaecía en el patio de la institución y durante los recreos, que provocó un grave daño en la salud mental de la niña”.
“Asimismo, y en las habituales ocasiones en las que recibía el sacramento de confesión, corrompió a la menor mediante explicaciones personalísimas sobre cómo masturbarse, realizar sexo oral y mantener relaciones sexuales con acceso carnal con su novio”, precisó el fiscal en su escrito.
La mujer que hizo la denuncia contó que el sacerdote empezó a acosarla a los 11 años. “En invierno, delante de todos, me hacía poner mis manos en los bolsillos de su sotana porque decía que yo tenía las manos frías, y me hacía sentir su erección”, relató la joven a Prensa Obrera.
“Me preguntaba si sabía masturbarme y como le decía que no, me explicó con sus dedos, sin tocarme, cómo tenía que hacer. Me sugirió que lo hiciera pensando en él y que en la próxima confesión le contara cómo me había sentido”, contó la denunciante.
También se dio a conocer que los alumnos del Colegio San Vicente de Paúl llamaban a Sidders “El frasquito”, porque los obligaba a masturbarse para guardarse su semen en un frasco.