Un rugbier y otro deportista de un club de Gonnet fueron condenados a resarcir económicamente a un joven al que atacaron en un bar del centro platense hace casi diez años.
La Justicia platense emitió un veredicto sin precedentes que condena a un rugbier a pagar una cifra millonaria, superior a los “$110 millones”, por una salvaje golpiza que se registró hace ya casi una década en un bar céntrico de La Plata. La sentencia establece que el accionar del joven fue el responsable de las graves lesiones sufridas por la víctima, y comparte la responsabilidad con otro deportista de Gonnet, quien también deberá contribuir al resarcimiento.
El feroz ataque tuvo lugar en El Copetín, un local que cerró sus puertas al público en abril de 2019. Allí, dos deportistas de un club local persiguieron a la víctima en una serie de tres eventos violentos: el primero, dentro del bar, se limitó a provocaciones; el segundo, en la rambla de diagonal 74, incluyó golpes leves; y el tercero, en 18 entre 58 y 59, culminó con un brutal puñetazo que provocó las heridas más serias. La investigación, que se basó en grabaciones y testimonios, confirmó que no hubo provocación alguna por parte del agredido, validando la calificación de “golpiza” y no de “pelea”.
El dictamen de la jueza Sandra Nilda Grahl, titular del Juzgado Civil Nº 17, determina que el rugbier y el otro implicado deben compensar al demandante por los daños físicos, psicológicos y morales. Según la resolución, el agresor principal tendrá que abonar la suma de “$110.112.276,76” por concepto de incapacidad psicofísica, gastos médicos y daño moral. A su vez, ambos deberán pagar de forma solidaria otros “317.800 pesos” por las lesiones leves.
La víctima, en su testimonio, relató que a raíz de la agresión tuvo que someterse a una cirugía y hoy tiene “cuatro placas de titanio y 18 tornillos en el rostro”. Además, aseguró que la pérdida del nervio cóndilo mandibular le provoca “intensos dolores y limitaciones físicas que afectan severamente su vida diaria”.
En el fuero penal, los acusados eligieron vías alternativas para resolver el caso: uno pidió la suspensión del juicio a prueba, mientras que el otro aceptó un juicio abreviado. En ambos casos, reconocieron los hechos y le pidieron disculpas al damnificado. El abogado de la víctima, Marcelo Szelagowski, destacó el valor de esta condena, subrayando que es una advertencia para jóvenes con un desarrollo físico desmedido pero sin la formación emocional adecuada. “La sanción penal y civil es el único camino posible frente a este tipo de abusos”, expresó el letrado.
