El arzobispo emérito de La Plata, Héctor Aguer, cruzó a su sucesor a quien acusó de haberlo desplazado de las invitaciones oficiales.

Publicado el: 13 julio, 2021 Publicado por: luis Comentarios: 0

El arzobispo emérito de La Plata, Héctor Aguer, habló sobre su salida luego de que el Papa Francisco aceptara su renuncia en 2018 cuando cumplió 75 años en el cargo.

En esa línea, Aguer dijo que tras la asunción del actual arzobispo, Víctor Manuel “Tucho” Fernández, comenzó a sentirse como “un desparecido eclesial”, un término muy duro en nuestro país que remite a las víctimas desparecidas de la última dictadura cívico militar.

Las acusaciones se publicaron en un texto compartido con ACI Prensa, donde el arzobispo emérito lamentó “la confusión” de quienes creyeron que, cuando acabó su servicio como arzobispo de La Plata, se le ofreció seguir habitando en el palacio arzobispal.

“En la única conversación personal que mantuve con el monseñor Víctor Manuel Fernández, advertí que él tenía preparada mi partida a Buenos Aires, por eso se sorprendió cuando le dije que deseaba quedarme en La Plata, después de 20 años de entrega a la arquidiócesis”, señaló.

“Él me preguntó dónde pensaba residir y cuando respondí ‘en el Seminario’, arguyó: ‘los eméritos no se quedan en el Seminario’. Evidentemente, desconocía que nuestros predecesores Plaza y Galán, como eméritos, vivieron en el Seminario y allí murieron”, dijo.

Asimismo, Aguer señaló: “Comprendí, con el tiempo, que aquella negativa suya era lógica, ya que traía el propósito de cambiar completamente la orientación del Seminario, lo que efectivamente ocurrió. Entonces, me pidió un lugar alternativo; elegí la Casa Sacerdotal ‘Cura Brochero’, que yo mismo había instituido en el edificio del antiguo Seminario Menor, junto a la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en Los Hornos, periferia de la ciudad. Allí pasé dos años y ocho meses hasta mi reciente mudanza a Buenos Aires”, indicó.

“En este período fui una especie de desaparecido eclesial, porque no recibí ninguna información ni invitación de la arquidiócesis. Solo me visitaban cuatro o cinco sacerdotes del clero platense (yo había ordenado 49), y uno del Opus Dei”, completó.