Los cajones estaban apilados indiscriminadamente en depósitos descuidados. También había huesos desparramados en el suelo.
Recién llegado a la intendencia de La Plata, Julio Alak impulsó una serie de auditorías en distintas dependencias de la ciudad. Este martes, mientras se realizaba un procedimiento en el cementerio local, un olor nauseabundo en los depósitos alertó a las autoridades.
Al entrar, hicieron un descubrimiento aberrante: había 501 ataúdes -22 de ellos de niños- y 200 bolsas de consorcio llenas de restos humanos. Muchos de ellos ni siquiera tenían nombre.
El hallazgo llevó a que la Municipalidad realice una denuncia penal ante la UFI de turno en la que pidió la “averiguación de posibles ilícitos respecto de los cuerpos y los restos óseos hallados no identificados”.
Los ataúdes y las bolsas se encontraron en espacios que no eran morgues ni estaban destinados a la conservación de cadáveres o restos óseos humanos, sino que eran depósitos sin cuidado alguno.
Según detalló la Dirección Provincial de Registro de Personas Desaparecidas del Ministerio de Seguridad bonaerense, los restos se hallaron en cuatro lugares distintos, en los que había ataúdes apilados indiscriminadamente y huesos desparramados en el suelo. Pudieron identificar a los cajones de niños porque estaban etiquetados como “angelitos”.
Uno de los primeros lugares en donde se detectaron anomalías fue en un depósito ubicado en un subsuelo, denominado “Protectora”.
Allí había 16 cajones de madera que, según estiman medios locales, correspondían a una bóveda o un nicho. La mayoría estaba en el piso con agua estancada y ninguno tenía identificación. Esto “no ha sido producto de un desgaste natural”, sino que “se trató de un acto llevado a cabo de forma deliberada”, consideraron las autoridades.
En el segundo piso del edificio, ubicado en la calle 31, había otros 362 cajones. La mayoría era de adultos, pero 22 de ellos tenían la identificación de “angelitos”, que marca que los restos en su interior eran de niños.
Allí había 16 cajones de madera que, según estiman medios locales, correspondían a una bóveda o un nicho. La mayoría estaba en el piso con agua estancada y ninguno tenía identificación. Esto “no ha sido producto de un desgaste natural”, sino que “se trató de un acto llevado a cabo de forma deliberada”, consideraron las autoridades.
En un segundo depósito, llamado “sala de velatorios” había otros 15 cajones de madera. Además, había desparramadas en el suelo 200 bolsas de consorcio con restos óseos, muchas sin identificación.
Finalmente, un cuarto depósito denominado “galpón de arena” tenía otros 107 féretros apilados indiscriminadamente y rodeados de bolsas de consorcio que también tenían restos humanos.
La Municipalidad se encuentra ahora en proceso de identificar los restos para darles una sepultura adecuada, pero los fuertes olores y el desorden en el que los encontraron dificulta el trabajo.